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"El circo es un sueño compartido". Entrevista a Fernando Zevallos y Chebo Ballumbrosio - Primera parte

Publicado: 2020-07-18

Hoy La Tarumba estrena Vital. Selección especial, espectaculo virtual que reúne lo mejor de sus más reciente temporadas. Ha lanzado también "Tarumbeando en casa", talleres virtuales que renuevan el vínculo con niños y jóvenes, en un contexto de distanciamiento y de replanteamiento de actividades y proyectos. El grupo de circo más importante del Perú trabaja desde hace 36 años de manera ininterrumpida y todo hace suponer que no habrá circunstancia que lo impida, y que, por más que no podamos ir a la carpa, siempre habrá forma de encontrarnos en el circo.

Esta entrevista a Fernando Zevallos y Amador "Chebo" Ballumbrosio, director artístico y director musical de La Tarumba, respectivamente,  ha sido realizada por Luis Rodríguez Pastor el jueves 16 de julio del 2020. Un fragmento de ella ha sido transmitida en el programa Malambo, de Radio Filarmonía, el 18 de julio, y se comparte en formato escrito a través de lamula.pe en dos partes: la primera, que se lee a continuación, y la segunda, que será publicada mañana en este medio.


Quisiera comenzar esta conversación citando un poema de Alejandro Romualdo, llamado «Si me quitaran totalmente todo»: Si me quitaran totalmente todo si, por ejemplo, me quitaran el saludo de los pájaros, o los buenos días del sol sobre la tierra me quedaría aún una palabra. Aún me quedaría una palabra donde apoyar la voz. Si me quitaran las palabras o la lengua, hablaría con el corazón en la mano, o con las manos en el corazón. Si me quitaran una pierna bailaría en un pie. Si me quitaran un ojo lloraría en un ojo. Si me quitaran un brazo me quedaría el otro, para saludar a mis hermanos, para sembrar los surcos de la tierra, para escribir todas las playas del mundo con tu nombre, amor mío. Siento que este poema no es solo oportuno sino necesario para un contexto como este, en el cual nos vemos tan limitados no solamente para crear, no solamente para llevar a cabo proyectos que implican un encuentro personal sino incluso para convivir. La misma idea de la convivencia se ha visto trastocada en un contexto como este. Y no es ajeno a estas circunstancias un grupo como La Tarumba, que necesita del encuentro, y ha necesitado replantear, adaptar sus actividades, no solamente en las temporadas de circo sino en talleres. De tal modo que me gustaría conversar con ustedes, en primer lugar, acerca de cómo han replanteado sus actividades en este contexto.

Fernando: Antes de eso, permíteme recordar un poema de Alejandro Romualdo a su hijo cuando nace, que se llama «El cantar de Rodrigo», que termina con «Que viva la baba, hurra la vida, upa la esperanza». También me parece muy oportuno, y creo que la genialidad del poeta que fue —y sigue siendo— Alejandro Romualdo va a mantener su vigencia a pesar de las coyunturas distintas que se nos presentan en la vida. Eso es justamente la genialidad de la poesía. 

¿Cómo nos hemos reinventado? Definitivamente, estamos trabajando duro (y creo que más fuerte que nunca) para mantener el vínculo con los espectadores, con los niños que llevan los talleres, con sus familias, porque nos parece importante entender ahora cuál es el rol, la función que debe de tener el artista en esta situación tan especial. Y pensamos que es una responsabilidad, de alguna manera, acompañar a la gente. Si bien es cierto que los médicos están en la primera línea, creo que los artistas no debemos de estar tan lejos tampoco, porque si bien los médicos se preocupan por la salud del cuerpo, los artistas podemos contribuir mucho con la salud emocional. Y también, de alguna manera, si es que se organiza bien, pienso que el gobierno podría aprovechar a sus artistas, confiar en ellos para que el mensaje de cuidados que todos los días vemos cale más hondo.

Volviendo a cómo nos hemos reinventado: estamos haciendo los talleres “Tarumbeando”, dedicados a atender a los niños, donde podemos tener ejercicios, juegos de teatro, de circo, de música, juegos que se puedan hacer desde la casa; y tenemos, en principio, el espectáculo Vital, que es una selección de varios espectáculos, y hemos tratado en esa selección, justamente, de celebrar al Perú, de celebrarnos como comunidad, como sociedad, y de valorar, justamente, el esfuerzo común, el bien común. Así que ahí lo van a poder ver a partir de este sábado 18 de julio a través de Joinnus.

Como bien dicen en su página web, “ni la crisis, ni la ausencia de políticas culturales en el Perú han detenido el crecimiento continuo de La Tarumba”.
Fernando: No. Y pienso que, justamente, esta situación ha evidenciado cuáles son los sectores más olvidados a nivel del estado: la salud, la educación y la cultura. Entonces, espero que del mal podamos sacar una buena reflexión todos, no solo los artistas sino la sociedad y las autoridades pertinente. Pasa algo con los artistas, que en las situaciones más difíciles la sensibilidad se pone a flor de piel y nos reinventamos y creamos y nos ubicamos en el nuevo orden. Así que yo soy muy optimista.
Podríamos citar a Alberto Flores Galindo cuando habla de “la terca apuesta por el sí”.
Fernando: Sí, sí. Lo podríamos citar a él y podríamos tomar esta experiencia como una renovación de votos: de votos con nuestra profesión y con el país. Si no estamos juntos en esto distintos sectores de la sociedad, pienso que va a ser muy difícil superar esto.
Es una renovación de votos de devotos por el arte y por el circo.
Fernando: En este caso, si bien es cierto no dejamos de ser devotos, pienso que debemos ser soldados o guerreros. Hay que tener la fortaleza que se necesita para resistir y para reinventarse. Y no es un mal ejercicio, creo que está bueno que los artistas podamos revisar de tiempo en tiempo cuál es nuestro rol, cuál es nuestra responsabilidad.
Me gustaría detenerme un poco en las dos propuestas que están lanzando de manera virtual: “Tarumbeando en casa”, que son “sesiones lúdicas y desde casa” como anuncian, “una metodología basada en el juego y en el afecto”, que se lleva a cabo vía Zoom para chicos y chicas de 4 a 16 años.
Chebo: La Tarumba se reinventa de esa forma y todos los maestros tarumbos, toda la gente relacionada a este nuevo programa, a ese rehacer, a ese renovarnos en casa para poder ejercer el arte, la creatividad con nuestros hijos. Tarumbeando invita a los chicos al juego natural, al juego que se encuentra en la casa, contar con los elementos que tenemos en casa, porque recuerda que le estamos dando al niño a usar un objeto tan simple como el malabar, a veces el chico puede tener en casa limones, puede tener naranjas, puede tener objetos cotidianos que pueda usar y que pueda llevar a cabo ese “tarumbeando en casa”. Siempre La Tarumba ha logrado que los chicos, los jóvenes, quienes van a los talleres, aprendan, pero que estén bien cuidados. Antes lo hacíamos en la escuela acompañados por el maestro, ahora la pantalla nos ofrece el derecho de ver que los padres se acerquen un poco más a sus hijos y jueguen en casa con los hijos, porque en la escuela, cuando recibíamos a sus hijos —tú tienes a tu hija en La Tarumba—, abríamos un espacio para ustedes los padres para que comprobaran cómo educamos a los niños, para que fuera vivencial que el padre, junto a sus hijos, puedan desarrollar este modo de aprender. Son sesiones lúdicas una vez por semana, de 4 a 16 años, y está dirigido para ti, papá, y para tus hijos, que es lo que tenemos más cerca para acudir en esta pandemia y poder organizarnos.
Augusto Boal decía que el teatro se puede hacer en cualquier parte, incluso en un teatro. Podríamos parafrasearlo diciendo que el circo se puede hacer en cualquier parte, incluso en un circo, pero sobre todo en casa.

Fernando: Sí, y lo hemos hecho, porque en las primeras semanas de esta cuarentena estuvimos reflexionando sobre cómo a lo largo de los años La Tarumba se había sobrepuesto a una serie de factores externos que nos presentaban un contexto muy difícil: al terrorismo, a las crisis políticas, a las crisis económicas, qué se yo. Y recordábamos cómo, por ejemplo, en el 87 hicimos una gira por todo el oleoducto, desde la costa hasta la selva: costa, sierra y selva, presentándonos en las estaciones de PetroPerú, y nos encontrábamos con realidades muy diferentes, no solo geográficas, sino que, de pronto, llegábamos a una estación donde nos presentábamos en un pequeño contenedor que era la cocina, y ahí se metían cuatro, cinco personas, que eran los únicos trabajadores de la estación, y hacíamos el espectáculo. O, a veces, en medio de la selva llegábamos y nos decían: “¿Qué espacio necesitan? Porque podemos cortar estas hojitas”, y entre los árboles y la maleza hacíamos circo, hacíamos teatro. 

Pienso que eso nos enseñó lo que es, verdaderamente, la esencia del circo, que, si bien es cierto que la carpa se ha vuelto el carné de identidad, el DNI, el circo va más allá de los espacios, y eso tiene mucho que ver con los orígenes del circo, cuando los comediantes iban de plaza en plaza, de pueblo en pueblo, y se acomodaban a distintas condiciones. Después de eso, cuando llegamos a la carpa, entendimos realmente que hacer circo no dependía de solo una infraestructura, primero tenía que tener la esencia, la razón de hacer circo. Pienso que, si hubiera llegado la carpa antes de esa experiencia como de muchas similares, no la hubiéramos conquistado como la hemos conquistado ahora. Cuando llegábamos nosotros a los diferentes espacios nuevos —en los barrios de Lima, en provincias—, de pronto, lo primero que aprendimos fue a mirar el espacio y cómo capitalizarlo. Y hacíamos dos, tres funciones diarias y nos teníamos que adaptar a espacios totalmente distintos. Entonces, cuando llegamos a la carpa y la vimos (además, la habíamos dibujado nosotros con los arquitectos), la conocíamos mucho y le empezamos a sacar mucho provecho. O sea que el circo solo necesita de un actor y de una actitud creativa y lúdica.

Finalmente, el circo es un pacto, es una convención, es un acuerdo del cual todos forman parte. Es una complicidad, es un compartir de energías.
Fernando: Es una complicidad, es una comunión de energías y de emociones entre el actor y el espectador, y es un sueño compartido, es un sueño de la humanidad: el sueño de volar, el sueño de retar a la física, el sueño de superar retos cada vez mayores, como en el deporte. En el deporte olímpico, por ejemplo, ¿quién se hubiera imaginado que los retos que se han alcanzado actualmente eran posibles hace cincuenta años? Solo un grupo de atletas y de locos pensaban que en algún momento se iba a llegar. Lo mismo sucede con el circo: los artistas de circo, como los deportistas olímpicos, recogen ese espíritu del ser humano, ese espíritu de evolución de la especie, y ese es un pacto de adentro, muy vital.
Respecto a Vital. Selección especial, va del 18 de julio al 2 de agosto, se va a llevar a cabo a través de la plataforma Joinnus, y como bien dicen: “Hoy que la pandemia nos obliga a distanciarnos físicamente, La Tarumba asume el reto de mantener esos vínculos emocionales a través de las plataformas virtuales”. ¿Pueden contarnos un poco más qué vamos a encontrar en Vital?

Fernando: Hemos seleccionado cuatro espectáculos, cuatro experiencias. La primera es un laboratorio creativo de teatro ecuestre que hicimos en Pachacamac; nos juntamos unos artistas de Estados Unidos, de Rusia y un equipo de artistas peruanos y se hizo una especie de laboratorio creativo sin el afán de presentarlo en algunos espacios sino queriendo investigar y profundizar un poco más en la creación junto a los caballos. Salió algo realmente muy bonito, muy maduro a nivel creativo. Fue interesantísimo. Y el encuentro de estas culturas tan distintas unidas a través del caballo nos dejó muchísimo. Esta es una de las escenas que vamos a presentar. Pero también hemos seleccionado escenas de Bandurria (2017), que habla mucho del Perú, de Zanni (2015), que pertenece a ese registro de comedia del arte italiana, que también son las raíces del circo universal, y Volver (2019), que nos habla de los sueños. Nosotros, en Volver, recogimos los sueños de los espectadores para que, de alguna manera, pensemos cómo podíamos imaginar un Perú mejor. 

Hay momentos emotivos y una música maravillosa, porque a la hora de seleccionar “las mejores escenas” también hemos podido seleccionar los mejores temas musicales, o sea que van a escuchar landós, festejos, huaynos, carnavales… una maravilla, realmente.

Chebo, como director musical de La Tarumba desde hace más de treinta años, podrías contar un poco más del aspecto musical de los espectáculos.

Chebo: Fernando lo resume como una selección… es como tener a tus catorce o quince hijos y decirles: “Ahora te toca a ti, a ti no”, es muy difícil. Y para presentarlo ahora a un público mundial (porque no es que lo presentas en un show nacional), Vital se va al mundo, es una muestra que nos devuelve al mundo porque, quizá, estábamos un poco lejos del “mundo mundial”, como dicen los niños. Escoger esas músicas, esos números resume a una dirección en la que uno tiene que ver y elegir. 

Lo que me lleva a La Tarumba a formar parte de la dirección es que tenemos de todo en el Perú, tenemos una costa, una sierra y una selva maravillosas que nos engalanan. No voy a contar todo, sino estaría contando la sorpresa musical, pero tenemos un paseo musical, hermano, que evidencia lo hermoso de la creación.

Aprovecho este momento para decir que vamos a salir adelante, con fe. Y en esta selección se encuentra el sentir de todos estos músicos que han creado durante todo este tiempo estos espectáculos maravillosos.

¿Cómo elaboran la música de cada espectáculo? Si bien utilizan algunas melodías populares, algunos temas antiguos, es sobre todo “creación heroica”, como diría José Carlos Mariátegui, es una creación colectiva, hay un encuentro de culturas, de pareceres, de impresiones de aquello que debe ser, finalmente, seleccionado para la temporada. ¿Cómo es este trabajo de elaboración de la construcción del acompañamiento musical? Aunque, en realidad, no sé si llamarlo acompañamiento, porque tiene su propio protagonismo.

Fernando: Creo que Chebo va a poder ahondar más en ese tema, pero quiero mencionar un par de cosas. Definitivamente, la música es más que un acompañamiento, es un lenguaje más en el espectáculo. Yo podría (y lo hemos imaginado mucho tiempo con Chebo y lo tenemos que hacer) ver un concierto solamente con la música de los espectáculos, y sería un super concierto, estoy seguro. Lo otro que quería mencionar es que, si bien es cierto que hay un principio de creación colectiva, yo no puedo dejar de decir que todo eso es posible por la genialidad creativa de Chebo. Y quiero recalcarlo: para mí, como director, y para La Tarumba, contar con el talento, con la sensibilidad, con el duende que tiene Chebo cuando crea o cuando interpreta en el escenario, es un privilegio. Y si a eso le sumamos el legado musical que viene del gran Amador y de toda la familia Ballumbrosio, esa es la propuesta musical que nosotros queremos. 

Cuando empezamos una nueva creación hay varios procesos en paralelo que, en determinado momento, se van juntando y se va haciendo un solo gran proyecto. Pero yo voy observando a los actores por dónde van, a nivel técnico y a nivel creativo. Yo también tengo unas ideas en mi cabeza y en el papel avanzadas, y Chebo también va haciendo lo mismo con los músicos. Llega un punto en que Chebo y el equipo que dirige la creación se pone de acuerdo: “Esta escena, que puede tener como elemento circense el trapecio, puede ir con este género musical”, dice Chebo. Yo le digo: “Lo que yo quisiera es provocar esta sensación, esta emoción, más íntimo acá, luego se va desarrollando y empieza a explotar”. Chebo me dice: “Okay, entonces, ¿sabes qué? Le podemos poner un panalivio con fuga de festejo”. Tenemos ese primer acuerdo, voy trabajando con los actores, imaginando esa sensación musical que hemos acordado con Chebo y Chebo va haciendo lo mismo con los músicos. Estoy saltando los pasos del proceso, pero eso nos lleva a un momento en que nos juntamos todos y ahí todos vamos percibiendo cuál es el espíritu de la escena, y todos van siendo conscientes de lo que está haciendo el músico, el músico de lo que está haciendo el acto, y ahí empieza un nivel de… crear es como danzas juntos, es un ritual que involucra a muchas personas.

Cuando eso empieza a darse nos lleva a darse lo que llamo “el estado del duende”, ese estado mágico en que salen ciertas energías que nos van llevando; nosotros nos subimos a ese duende. La idea del duende es que trascienda más allá de los momentos de creación o de los ensayos y también envuelva al público. Es por eso que empecé diciendo “el gran duende que tiene Chebo”, porque si no tuviera a gente como Chebo ese duende no se presentaría ante nosotros.

Chebo: Parece que lo hubiera dicho yo. Lo he dicho yo, pero con otro carácter [ríen]. Este mundo mágico del circo tiene eso, somos la gran familia que tiene lenguajes diversos, pero enfrentados a un solo punto, a buscar —como dice Fernando— ese duende, que este duende sea generoso, que este duende sea piadoso también, que tenga un destino inclusivo para que sea honesto a la hora que llegue el público. Porque si este duende es rabioso, se disgusta, hace pataleta, hace berrinche, es engreído, no funciona. Así le prendas vela a cualquier otra capilla, no funciona ese duende. Yo creo que el ser manso, más allá del legado que me persigue, más allá de mis ancestros, más allá de los panalivios y landós vividos, y agradecido de esta cultura musical a la que pertenezco, es el ser manso el que me ha devuelto una Tarumba con familia y un buen presente.

Al menos tres temporadas han sido recogidas en álbumes musicales: Gala, Landó y Hechicero.
Fernando: Tenemos cuatro: Itó, Landó, Hechicero y Gala.
Tengo la impresión de que el acompañamiento musical de La Tarumba está asentado en la cultura afroperuana, ¿es así o hay una diversidad mayor en la propuesta?
Chebo: La Tarumba, para mí, querido Lucho, es como un río, este río me va a llevar siempre al mismo sitio adonde tengo que ir a dormir, a comer, a despertar. Si no paso este río… y siempre me vas a encontrar ahí, con el landó, con el festejo, con la zamacueca, con el panalivio, de hecho que vamos a tocar un huayno, que también tenemos un rasgo en la costa que viene bajando de Huancavelica, de Ayacucho, que nos hace parte de esta peruanidad mestiza. Yo creo que La Tarumba me ha llevado siempre por este río, es como el blues en Estados Unidos, es el blues, este solo maravilloso, este canto blusero, mañana lo mismo, pasado lo mismo, y así es el blues. La Tarumba me ha devuelto a mí ese blues que es para mí el landó, y la forma de tocar el landó es tan ancestral que hace que nunca se me pierda este panalivio, este festejo y esta forma de danzar en un escenario, donde tengo que encontrarme con mi realidad.

Escrito por

Luis Rodríguez Pastor

Caramba sí, caramba no.


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