- ¿Cuál es tu vínculo con Guillermo Lobatón y Luis de la Puente?
Yo comencé a militar en el MIR en julio de 1962. Conocí a De la Puente tiempo atrás, y de hecho tenía una relación amistosa con él a partir de que asistí a unas exposiciones e intervenciones suyas en Cuba, donde yo era estudiante universitario. Conocí a Lobatón en julio del 62, cuando ya estaba preparándome en una escuela de formación guerrillera, en Cuba; yo inicié mi formación allá, no siendo militante del MIR. Ya a mediados del año 62, el grupo “de becados” se planteó la decisión de cómo llegar al Perú, a través de qué entidad, y por tanto se planteó la conveniencia de formar una nueva organización. Algunos compañeros no estuvimos de acuerdo, entre ellos, Pedro Pinillos, yo y un tercer compañero de Trujillo; nosotros decidimos más bien afiliarnos al MIR, sabíamos que tenía otro campamento en Cuba. Entonces, nos trasladaron al campamento del MIR, y una de las primeras personas que conocí allí fue a Guillermo. Él también había estado en Cuba unos meses atrás, se había preparado en otra escuela, también había tenido el mismo proceso de definiciones, y él, por su propia cuenta y siendo una persona con otra trayectoria y bastante mayor que yo, también tomó la misma decisión: decidió solicitar su incorporación al grupo del MIR. Así nos conocimos, a fines de julio del 62. A Lucho de la Puente lo conocí un tiempo atrás.
Luis de la Puente era un hombre que había militado muchos años en el APRA, que había discrepado de la línea oficial, que había protagonizado la lucha interna contra la Convivencia, y que en el año 59 fue expulsado del APRA, dando lugar a un sector rebelde, que se llamó Aprismo Rebelde. Lucho de la Puente fue el gran inspirador del APRA Rebelde y luego del MIR, que se formó a comienzos del 62. Lobatón nunca fue aprista: fue más bien conocido por una huelga de hambre que realizó en San Marcos en el año 52…
- La famosa huelga de San Marcos en la que deponen al rector Dulanto.
Así es. Como consecuencia de esa huelga, Lobatón estuvo casi dos años preso, y luego de salir en libertad fue expatriado a Argentina. El año 55 viaja a Europa, y comienza a estudiar en Leipzig, en la República Democrática Alemana, y luego se va a París, a la Sorbona. Lobatón fue un hombre sin militancia partidaria durante muchos años, un hombre respetado por su posición de izquierda revolucionaria entre la gente peruana y latinoamericana en Francia, tanto es así que en el año 58, a nombre de los peruanos y de los latinoamericanos, hace un conocido discurso frente a la tumba de César Vallejo.
Por mi parte, vengo de una familia aprista, mi hermana Hilda fue dirigente nacional del APRA, fue perseguida y tuvo que asilarse cuando el golpe de Odría, y entonces yo tuve esa influencia del APRA, pero no milité, solo tuve una pequeña experiencia en la Juventud Aprista cuando pasé un año en la Argentina, del 58 al 59. Ahí tuve una experiencia de militancia, pero de corta duración, porque me encontré con un APRA que para los jóvenes ya estaba muy criticada, muy superada. Los jóvenes queríamos apoyar a la Revolución Cubana, en ese momento naciente; queríamos una revolución, no componendas politiqueras. Entonces, me encontré con ese ambiente, busqué mi propio camino, mi hermana vivía en Cuba y busqué la posibilidad de irme a estudiar una profesión en Cuba. Y así es como me encuentro con Lucho de la Puente, que también viajaba a Cuba para apoyar la Revolución, y me encuentro con Lobatón y muchos otros compañeros del MIR. El MIR tuvo en un momento un contingente de setenta compañeros en Cuba preparándose para la futura revolución.
- ¿Paúl Escobar era uno de ellos?
- No. Paúl Escobar vivía en París, era muy amigo de Lobatón. Se conocieron en la huelga de hambre de San Marcos, desde esa época eran amigos; y cuando estudiaron y coincidieron en París se hicieron muy amigos. No me lo dijo nunca Guillermo, pero tengo la impresión que cuando él se incorpora al MIR recomienda a algunos de sus amigos que se incorporen también, y es así como De la Puente, cuando pasa por París, se entrevista con algunas de las personas que conoce Guillermo, y así se convierte Escobar en el hombre de las relaciones internacionales del MIR en Europa.
- ¿Cómo describirías personalmente a Lobatón y De la Puente?
Yo tal vez no los he conocido en todas las facetas de su vida. De la Puente era un líder, un hombre brillante, un gran orador, un hombre que sabía polemizar y dirigir una muchedumbre, era un líder nato, con la experiencia acumulada de muchos años de militancia y persecuciones. Y era un hombre, a su vez, con una faceta tierna, porque cuando ya pasaba el momento de la batalla política, era un hombre capaz de entonar un huayno y de cantar de manera un tanto melancólica, sentida, algunas canciones de la sierra, de donde era oriundo.
Lobatón era diferente. Al menos en la época que lo conocí, que fue en un campamento guerrillero. Era un hombre reflexivo, con el tiempo muy bien aprovechado, cada momento de descanso lo utilizaba para irse a su camastro, abrir su mochila, sacar un libro y ponerse a leer. Yo era su vecino de cama, y me llamaba la atención un hombre tan metódico, disciplinado y estudioso, que cargaba en su mochila sus propios libros, libros en alemán, en inglés, en francés. Él había pasado por varios países, había aprendido varios idiomas, y leía algunas obras en su idioma original, me dijo que era la única manera de que una obra tenga su total carácter, porque de otra manera se pierde. Lobatón era un hombre muy modesto, un militante disciplinado, responsable, capaz, que cumplía sin chistar todas sus obligaciones, y de esa forma fue ganando autoridad, no lo fue haciendo por imposición violenta en un debate sino por su modelo de conducta y su capacidad de análisis. Ambos tenían la misma edad.
- ¿Cuál fue tu participación en las acciones guerrilleras?
- Yo estuve en la reunión del comité central, donde se decide la formación de los grupos armados, se forman los grupos en las principales zonas y se asignan los miembros de la dirección del MIR que se van a hacer cargo de cada uno de esos frentes. En mi caso –yo era el tercero en el escalafón del comité ejecutivo– se me encarga la dirección de la Comisión Nacional de Coordinación del conjunto, porque el MIR, al dispersarse en frentes, ¿cómo iba a funcionar?, tenía que haber una dirección momentánea, transitoria, de absoluta confianza y capaz de abastecer los frentes, comunicarlos, mantener el conjunto de actividades de la organización, entonces se crea la Comisión Nacional de Coordinación y asumo esa responsabilidad, con un acuerdo taxativo: en el momento en que comienzan las acciones yo debía trasladarme a Mesa Pelada, donde estaba el ejecutivo del comité central. Y, efectivamente, pasa todo el año y cuando se toma el acuerdo del inicio de las acciones (abril de 1965) yo entrego mis funciones a otros compañeros y parto de Lima exactamente el 1 de mayo de 1965 para llegar a Cusco más o menos una semana después e incorporarme a la dirección del MIR allí. (Recuerdo bien la fecha, 1 de mayo, porque justamente la escogimos para intentar pasar desapercibidos por el feriado). Así es que ese fue mi papel: me incorporo a la guerrilla entre mayo, junio, julio, pero, claro, en ese proceso se van produciendo distintas situaciones, frente a las cuales la guerrilla acuerda enviarme a Lima a fines de julio, me envían a Lima a recuperar los contactos de la guerrilla que habían quedado afectados bajo la represión. Se suponía —no lo sabíamos— que había caído la organización en Lima, había cuarenta presos en Lima, y por las noticias sabíamos que estaban presas las mujeres, una serie de intelectuales y personalidades, por lo tanto, suponíamos que había el riesgo de que las guerrillas quedaran sin relación entre sí y con el resto de la organización, Es así como el comité central determina destinarme a Lima para reconstruir esa red. Esa es la situación, eso no lo habíamos planeado ni imaginado, fue una circunstancia imponderable.
- Si bien hubo más de una iniciativa guerrillera en paralelo, internamente se trabajó mucho por la unidad, ¿cierto?
Creo que lo más saltante de la época es que, por una parte, la gente joven que tenía cierta conciencia de la realidad del país sentía que había una crisis profunda y terminal del sistema oligárquico existente en el país. Esa crisis de veía de múltiples formas, la principal era el estallido de un fuerte movimiento campesino, movilizaciones campesinas por la tierra, luego los sindicatos campesinos. Había violencia, recordemos que en esos años se produce el golpe militar del 62, grandes represiones, cinco mil presos políticos y sociales. Los jóvenes sentíamos que había una crisis, y frente a esa crisis procuramos por distintos caminos procurar salidas. Y creo que hay una cualidad que los jóvenes de esa época teníamos en distintos sectores por la época: no nos peleábamos por cargo alguno; nuestras opciones eran los caminos más adecuados para luchar por la toma del poder, luchábamos por entregar la vida a una revolución. Yo jamás quise ser político, yo me incorporo como un combatiente, para mí la idea de un político era algo poco atractivo, más bien teníamos desconfianza de los políticos por las habilidades que tienen. Pensábamos que era mejor que no intervengan, hablábamos entre todos de volver a un lenguaje revolucionario puro, franco, honesto y consecuente. Es eso el espíritu de la época. Dentro de la mucha gente joven de esa época surgen distintos caminos: uno es el del que nos aproximamos a Cuba, que era la experiencia más importante de toma del poder desde el pueblo, sin armas, contra una fuerza armada equipada por Estados Unidos, era una demostración de que la revolución era posible. Algunos jóvenes de la época nos fuimos a Cuba, yo conozco experiencias de búsqueda de la unidad de esos jóvenes. Otros jóvenes quedaron en los partidos que nosotros llamábamos tradicionales, como el PC (Partido Comunista). Dentro del PC había también algún sector de gente que quiso aproximarse al campo e iniciar acciones, y las luchas entre las tendencias chino-soviéticas también tienen que ver en parte con este problema, y en Bandera Roja, cuando ya se cristaliza una división “china” hay numerosos cuadros que quieren impulsar una lucha armada por el poder aun antes de nosotros. Recuerdo un compañero de mi promoción en el Leoncio Prado, Vallejo, era al abanderado de la promoción; siendo subteniente del Ejército se alza en Jauja en el año 62. (Él aparecerá luego en la novela Historia de Mayta [1984], de Mario Vargas Llosa, totalmente deformado, él no era así, por supuesto). Ha habido intentos, mucha gente joven, porque a Vallejo lo conocí como cadete del Leoncio Prado y aspirante a ser un honesto militar, pero no imaginé que pudiera evolucionar hacia una militancia política revolucionaria. Por eso digo, los jóvenes de la época fuimos testigos involuntarios de una crisis tan profunda que nos empujaba a una acción revolucionaria, y así buscamos camino para hallar esa posibilidad.
En Cuba hubo básicamente tres grupos que se prepararon: la gente del MIR; un grupo que se llamó “los cuadros sin partido”, que eran ocho o nueve compañeros con cierta experiencia militante, todos ellos venían de alguna militancia anterior, nucleados inicialmente por Sofocleto (Luis Felipe Angell); y también el grupo de los becados: de un total de ochenta jóvenes que fueron a estudiar becados a Cuba, cuarenta se inclinan, ya estando en Cuba, por la opción de prepararse militarmente. Yo fui uno de ellos. Estos tres grupos, en un cierto momento, a mediados del 62, se plantean la necesidad de unirse para buscar cómo entrar al Perú para concretar la lucha revolucionaria, porque no se podía regresar a hacer la revolución de manera anónima e informe. Entonces, las dos posiciones básicas fueron crear una nueva organización, que se concreta en setiembre del 62 con la formación del ELN (Ejército de Liberación Nacional), y la otra posición fue la del MIR, que atrae a algunos jóvenes que nos comprometimos con la formación de una nueva entidad. Básicamente son estas dos organizaciones las que regresan a Perú.
- ¿Realmente hubo diferencias sustanciales entre el MIR y el ELN para que se conformen dos agrupaciones y no una?
- Había algunas diferencias de tipo operativo, por ejemplo. El MIR planteaba el regreso al Perú por distintas fronteras, de manera individual o en parejas para poder ingresar al país, dirigirse a sus bases y desde ahí creas las condiciones para constituir un frente armado. Mientras que, por el lado del ELN, el planteamiento era formar una columna guerrillera, entrar por una frontera como columna y dirigirse por el territorio hacia el valle de La Convención. Era una diferencia importante para nosotros.
- Digamos que las diferencias eran más a nivel estratégico que de concepción, más de tipo táctico. ¿O había una lectura del país sustancialmente diferente?
Sobre eso nunca llegamos a discutir: la discusión se quedó en ese aspecto de ingreso al país y también, el otro aspecto tenía que ver con que si los militantes del MIR eran parte de una organización esta debía tener una dirección propia en el país, un programa, un liderazgo, una posibilidad de plantear la lucha como lo quisiera y lo creyera conveniente; mientras que, a nuestro juicio, por el otro lado, la posición era totalmente definida, no tenías ninguna otra posibilidad.
Por eso es que el MIR plantea, por ejemplo, la formación de grupos armados en distintos frentes; por eso es que el MIR plantea su propio programa, elaborado a partir de sus propios análisis; y el MIR plantea su propia ritmo de organización interna, lo hace en función de las dificultades y los avances que va encontrando en un proceso de desarrollo. No teníamos nada previsto. Es más, el MIR, en ese proceso, abre relaciones en el campo socialista y comunista de manera muy variada, y establece una buena relación con China, una buena relación con Vietnam, una buena relación con Corea, sin abandonar nuestra original relación con Cuba. Sin embargo, en este relacionamiento internacional el MIR plantea la unidad de todas las posiciones y de todo el campo socialista contra el enemigo común; nunca el MIR abandona su posición de independencia, nunca es prochino o prosoviético. Esto es importante, creo que el MIR logra ese desarrollo. En realidad, habría mucho que analizar de esto… En esa época no se hablaba todavía de foquismo, porque se patenta con Regis Debray en el año 1967; sin embargo, leyendo a Debray, había algunas posiciones de ese tipo que estaban implícitas en la discusión de los años 62 en adelante.
- ¿Por qué crees que fracasan las acciones guerrilleras del 65?
- Yo creo que hay muchas razones que podríamos mencionar como casusa de los reveses militares. Lo principal es el hecho de que las guerrillas del MIR eran producto de una organización política del pueblo, con escasos recursos, con pocos miembros y escasas armas y pertrechos militares. El MIR nunca tuvo más de cien militantes capacitados en la guerrilla, y pobremente armados; nos enfrentamos a una fuerza armada que era la segunda en América Latina en número de oficiales y soldados, preparados en la Escuela de las Américas, tenían una de las mejores preparaciones del continente para enfrentar a una guerrilla. Había una enorme disparidad de fuerzas: la lucha de una organización popular pequeña frente a una fuerza armada poderosa. Yo creo que el error fue, en cierta forma, haber subestimado la capacidad militar del enemigo.
- Probablemente el ejemplo cubano les generó un romanticismo que en la práctica no se llevó a cabo.
- Sí, o tal vez nuestra falta de destreza en el arte militar. Nosotros no tuvimos militares con experiencia bélica, no partimos de una parte del ejército (como la Revolución China); tuvimos errores en ese campo, y yo creo que lo sorprendente es que a pesar de los errores, la guerrilla del MIR duró más de medio año, entre el inicio de la guerrilla (9 de junio de 1965) y la muerte de Lobatón (7 de enero de 1966), y tuvo una capacidad de resistencia, de persistencia, a pesar de la disparidad de fuerzas, obligó a las fuerzas armadas y a la burguesía en general a una represión inmensa. Los estudiosos de la época señalan que las víctimas civiles del conflicto fueron entre ocho mil y doce mil víctimas civiles, hay bombardeos con napalm, traslado de poblaciones, fosas comunes… claro, luego no hubo una comisión de la verdad, en esa época no hubo, la población civil no contaba para los efectos del informe de las bajas, estas solamente se referían a los combatientes guerrilleros y a las bajas del ejército. Por cierto, las bajas oficiales del ejército hablan de 32 muertos, nada más, mientras que algunos militares (como el mayor Villanueva) sugerían que esa cifra era arbitraria, y que se había detenido el conteo porque podía acercarse o sobrepasar la cifra de víctimas militares de la guerra con Ecuador, y eso no se podía aceptar, y por lo tanto se maquilló el resultado.
- ¿Por qué homenajear a estos personajes cincuenta años después?
La insurgencia de 1965 está en la base de la identidad política y revolucionaria de buena parte de la izquierda peruana. Recordemos que treinta años después de la muerte de Mariátegui es De la Puente quien asume la bandera revolucionaria. Durante treinta años el APRA y las direcciones del Partido Comunista habían dejado de pensar en la revolución, eso lo denuncia De la Puente muchas veces. Y así, el MIR, al constituirse, llama a la formación de una nueva izquierda, que plantee en el orden del día la necesidad de luchar por el poder y de hacer una revolución. No simplemente limitarse a la lucha sindical o a la lucha electoral, mucho menos a apoyar a los gobiernos de turno. Creo que De la Puente y sus compañeros tuvieron la claridad en el objetivo de la necesidad de transformar el país; ellos llamaron a una revolución antifeudal y antioligárquica, que abra el paso al socialismo, y eso fue diáfano y totalmente claro en esa época para lo más valioso de la izquierda. Por eso es que el ejemplo de ellos, su consecuencia (que les llevó a entregar la vida combatiendo por la revolución), enfrentándose a un enemigo muchas veces más fuerte que los propios guerrilleros, sin embargo, esa consecuencia hay que rescatarla. Se trata de homenajear a De la Puente, Lobatón y sus compañeros para rescatar los aspectos fundamentales de su propuesta: la identidad y la consecuencia revolucionaria, la unidad entre teoría y práctica, la necesidad de organizarse para cambiar la sociedad, para cambiar el mundo, y es ese el aporte para las generaciones del futuro.
El hecho de la guerrilla es, simplemente, una parte práctica de la lucha, pero la ideología del MIR no es guerrillera: la ideología del MIR era la ciencia político-social que permita conocer la realidad del país y del mundo. Nosotros planteábamos por eso un pensamiento marxista-leninista, y con esta herramienta el MIR pudo visualizar la necesidad de la revolución y los caminos para poder transformar la realidad del país. Yo creo que es una obligación rendir nuestro homenaje a De la Puente, Lobatón y todos los compañeros muertos en el 65-66 para proponer para el futuro que la izquierda pueda recuperar su capacidad revolucionaria, para que la izquierda en el futuro pueda también avanzar a transformar nuestro país, para crear las bases de una sociedad nueva, porque en el fondo sigue existiendo el mismo sistema que hace muchos años atrás: en el Perú siguen habiendo explotados, sigue habiendo grandes territorios ocupados por empresas mineras, gasíferas, petroleras que explotan esos territorios arruinando el medio ambiente y la naturaleza, y pisoteando el derecho de sus legítimos propietarios. Ya no existe el tipo de propiedad de la tierra semifeudal de los años sesenta, pero existe ahora una nueva forma de explotación de la población peruana de los dueños de los territorios andinos y amazónicos a través de las explotaciones descontroladas que favorecen a las grandes corporaciones.
Publicado: 2016-01-07
Ricardo Gadea (Lima, 1939), líder histórico del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), además de excuñado del Che Guevara (quien se casó en primeras nupcias con su hermana mayor Hilda Gadea), emprendió junto con varios de sus compañeros y compañeras una serie de homenajes a dos figuras fundamentales de su movimiento político: Luis de la Puente Uceda y Guillermo Lobatón. No solamente publicó el libro El MIR histórico: Luis de la Puente Uceda y Guillermo Lobatón, que reúne los materiales que se divulgaron en la época de acción del MIR, sino que produjo un disco compacto con canciones y poemas de la época, además del estreno del documental La Patria que Nace, dirigido por Pancho Adrianzén. Esta empresa ha dado importantes resultados en cuanto a la reflexión y discusión de las acciones guerrilleras de los años sesenta, así como de la importancia de recordar y reivindicar la figura de estos y otros personajes que protagonizaron esta convulsa época de la historia reciente del Perú.
Escrito por
Luis Rodríguez Pastor
Caramba sí, caramba no.